Más allá del pueblo, otra montaña es un paredón casi vertical, ante el cual destaca la torre de la iglesia con su cúpula del color del cielo. Entre la iglesia y el paredón, cruza la quebrada del río Milmahuasi, que llega desde la izquierda para juntarse con el Colanzuli.
A la derecha, algo más lejos, otras montañas. Y sobre ellas, un pequeño manto de nubes tenues. Así es la vista de Iruya, un pequeño pueblo en las montañas salteñas, un día de septiembre poquito antes de que comience la estación primaveral, que ya se anticipa en los brotes verdes de la vegetación en el fondo del valle. (Ph: Verónica Casini).
